DeWolff : la esperanza del rock – Kafe Antzokia | Bilbao

Dewolff consagran su ascenso infinito en un cierre de gira con otro sold out en Bilbao

Ni el videoclip mató a la estrella de la radio, ni el rock está muerto. Vale que ya no esté en el mainstream y que haya perdido galones en los carteles de los festivales top de referencia en pro de nuevos géneros musicales, pero lo cierto es que el rock sigue gozando de buena salud. La esperanza y la consagración de ello la tuvimos el pasado domingo con la actuación del trío Dewolff. 

The Grand East, la sorpresa

La banda neerlandesa culminó en Bilbao una gira ibérica por cinco ciudades en las que en todas agotaron las entradas, incluida la fecha de Bilbao, que, horas antes, parecía resistirse a tal gesta. Con un horario de inicio a caballo entre lo diurno y lo nocturno, la cola de gente que aguardaba la apertura de puertas, se extendía a lo largo de la calle Ibáñez de Bilbao. Más tarde, durante su concierto, los propios Dewolff explicarían (con cierto humor) los problemas con su autocaravana y el Adblue que provocaron el retraso de treinta minutos.

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Pero no hay mal que por bien no venga, y esta demora en el inicio propició que todos los asistentes pudieran disfrutar de la banda The Grand East, formación que ha acompañado a Dewolff en esta gira. El quinteto, también neerlandés, se metió al público en el bolsillo desde el primer minuto con su estilo a lo The Black Keys poseídos por Ty Segall And The Muggers o King Gizzard And The Lizard Wizard. Por ello, si buscan sus trabajos musicales en las diferentes plataformas de streaming verán que poco tienen de lo descrito aquí. Parece que su sonido ha evolucionado de ese rock clásico con psicodelia a un rock más fresco y acelerado.

Ganando seguidores a golpe de cadera

Los gestos de cadera, los bailes y las innumerables caminatas y carreras por la sala, concentraron las miradas hacia su frontman Arthur. El backline de ambas bandas se situaba bien pegado al público, dejando casi dos tercios de escenario por detrás totalmente vacío, lo que dejaba poco margen de movimientos al show del cantante, que aprovechó cada centímetro de la sala para pasear y cantar. Porque no sólo de bailecitos viven The Grand East, su sonido y canciones hipnotizan y tiene fuelle y carisma, con líneas de bajo pronunciadas y teclados setenteros. Su carta de presentación fué “Sex Club” pista que todavía no tiene disco que la recoja. En “Floor Is Lava” se abrió paso entre la masa, pandereta en mano mientras una base incesante y machacona de batería bajo y teclados servía de alfombra para sus bailes epilépticos.

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Pero ni Bilbao ni la sala les eran desconocidos a la banda, ya en 2017 pisaron esas mismas tablas, y también acompañaron a Dewolff en esa noche. Fué durante el ciclo de conciertos BIME City previos al festival otoñal. Por aquel entonces la banda estilaba un sonido más clásico, y Arthur no se separaba del pie de micro, incluso tenía un semblante más formal. Ahora, con pintas de guiri “magalufero”, el bueno de Arthur y sus secuaces 

The Grand East cumplieron con creces su cometido de calentar al ambiente y rozaron el empate técnico con sus colegas Dewolff a tenor de cómo los ovacionaron y jadearon durante toda su actuación, de principio a fin. Seguro que buena parte de la sala no dudará en repetir asistencia ante futuras visitas de la banda, no si antes recomendar su directo  a familiares y amigos.

El esperado regreso de Dewolff

El joven trío Dewolff recordó su última visita a Bilbao, que fué en la misma sala pero en la planta superior, y apenas un par de decenas entre los asistentes el domingo levantó la mano cuando Pablo preguntó quién asistió a dicha fecha. Esto muestra la meteórica progresión ascendente del trío en estos años. Crecimiento a base de buenos discos y excelentes directos, que fuera de la prensa especializada en el nicho que es el rock, han propiciado que su carrera no se estanque. El boca a boca es su mejor aliado y seguramente el paso por el último Azkena Rock les hizo visibles para buena parte del público vasco.

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Igual que aquella actuación en el 2017, los dos hermanos Van de Poel y Robin Piso, siguen igual de enérgicos, y al igual que Jordi Hurtado, parece que el paso del tiempo no va con ellos. Pero seis años dan para mucho, tanto como para editar cinco álbumes de estudio, el más reciente “Love, Death and In Between” publicado este 2023 y cuya portada presidía el fondo del escenario en una gran lona. La curiosidad, rodeada de incertidumbre por cómo iban a sonar las nuevas canciones sin tanto arreglo y sin tanta capa de viento y coristas pronto se despejó. Y lo cierto es que poco o nada se echaron en falta. A los tres componentes les basta y les sobra con una batería, una guitarra y un teclado para llenar sus canciones en directo. 

Sonido sin complejos

“Night Train” y “Heart Stopping Kinda Show”, pertenecientes a su última hornada de temas de estudio, fueron las primeras en sonar. Matices setenteros que aporta siempre el Hammond de Robin, combinado con la pedalera de Pablo son el hilo conductor de sus directos. En “Yes You Do” volvieron a sus primeros trabajos con un sonido en ocasiones más rockero. 

Uno de los puntos álgidos de la noche lo lograron con “Sugar Moon”, el tema más longevo de todo el setlist. Pablo rotaba de micrófono durante las canciones, uno escorado a la derecha, donde tenía la pedalera, y otro centrado, libre de artefactos sonoros a sus pies. Tampoco desperdició la oportunidad de bajar por las escaleras para rodearse del público, hasta donde el cable de su guitarra le permitía. Robin giraba la cabeza hacia el público siempre que su técnica le permitía dejar de mirar las teclas. Luka tenía posicionada su batería bien cerca de sus compañeros y a ras de suelo, sin tarima alguna. 

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El primer respiro llegó con “Tired of Loving You”, uno de esos temas para balancear el cuerpo de lado a lado de manera lenta y constante. Aquí Pablo tuvo su momento solista y sacó a relucir su destreza en el manejo de las seis cuerdas para acto seguido pasarle el testigo a las manos de Robin Piso.La buena sincronía del trío dejó sin margen de maniobra a que posibles fallos de ejecución aparecieran en toda la noche.

La guitarra se volvió densa en el riff de “Blood Meridian I” y los sonidos del rock de los setenta regresaron en “Double Crossing Men”, para la que Pablo pidió la colaboración del público para la frase “And i know your heart is hurting”. Para el final dejaron “Treasure City Moonchild” que se convirtió en una gran jam, pero nada comparado con la joya final.

Un cierre con nombre de mujer

«Love, Death And In Between” alberga una joya de dieciséis minutos y medio llamada “Rosita”, y es ésta la encargada de cerrar los conciertos en esta gira. Un único tema que cunde como cuatro y que, como explicó Pablo a regreso para el bis, saben el comienzo, pero nunca cuándo llega el final. De esta manera, “Rosita” se puede extender en directo más allá de los veinte minutos (en Barcelona llegó a los veintidós). Bilbao tuvo su buena dosis también y repitieron el minutaje de la ciudad condal.

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Ya estamos contando los días para que Dewolff anuncien nueva gira por salas de nuestro país. Los escenarios a cubierto, de mediana capacidad son su mejor hábitat, y desde el domingo, tienen las llaves de Bilbao para volver cuando quieran.

 

Texto y fotos: Dave Blanco

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