Bay Of Biscay 2019: Lo mejor, lo peor (y lo regular)
Bay Of Biscay 2019: Lo mejor, lo peor (y lo regular)
Quinta edición de un festival, el Bay Of Biscay, que ha cambiado muchas cosas, pero que ha mantenido un común: la costa vasca aunando música de calidad y gastronomía de primer nivel. Lo nuestro es lo primero, así que nos centraremos en ello.
El festival se mudaba de Mundaka, con la icónica ermita de Santa Katalina, a la localidad vecina de Bermeo, una ubicación que permitiría mejores accesos y el montaje del glamping. La verdad que, pese a querer conseguir un aspecto parecido al de anteriores ediciones, la ley de costas (causante, a priori, del cambio de ubicación) no permitía un acercamiento tan claro a la costa. El paisaje desde el recinto se limitaba a lonas blancas y un cementerio que varios artistas mencionaron. Menos vistas, pero un recinto mucho más cómodo (todo en esta vida no se puede).

Lo musical se centraba en tres jornadas de asistencia regular. Hay que decir que el tiempo no acompañó en ningún momento salvo en la última jornada, la del domingo, en la que lució el sol y el parque Lamera fue el escenario. Los aguaceros influyeron en el público, pero no en las actuaciones, que se desarrollaron sin ningún problema, gracias a una buena producción por parte del festival.
Lo mejor
Como ya hemos dicho, la lluvia fue la protagonista del viernes y sábado, librándose únicamente Backyard Babies de la visita de este (molesto) invitado. Ponchos, chubasqueros, botas e incluso pecho al aire eran las indumentarias que más se vieron, muy lejos de las icónicas imágenes de los festivales de sol y, por qué no decirlo, “postureo”. El Bay Of Biscay 2019 ha sido para los valientes.

Las mejores actuaciones, y las que más animaron, fueron la de Fuel Fandango el viernes y la de Tarque el sábado, ambas acompañadas de lluvia, que da ese halo épico a los conciertos. Los primeros celebran sus diez años en las tablas y lo celebraron con sus habituales éxitos que aúnan la electrónica y el flamenco de una manera espectacular y muy visual. El líder de M-Clan, con su proyecto en solitario, derrochó un sonido espectacular y una voz que no se desquebrajó en ningún momento. Destacó que su incursión entre el público fue en el momento de mayor lluvia. La única pega: nos faltó algo de M-Clan y se nos hizo corto.

El domingo, cuando el cielo descansó y nos dejó ver el sol, fue le turno de las sorpresas con mayúsculas. Sex Museum, que partían como cabezas de la jornada, atrajeron a un gran número de obreros del rock. Pero fue el derroche de rock y de merchan lo que más llamó la atención de Zona Cero, grupo local. El fin de festival (o de fiesta) fue para el grupo zaragozano The Bronson. Funky con entre temas muy humorados, donde el frontman vaciló sin descanso. Las horas de viaje entre la capital maña y Bermeo la aprovechó de buena manera. Derroche de estos también en cuanto a personas en escenario y útiles “anima-conciertos”.

Lo peor
No vamos a volver al tema de la lluvia, pero la intensidad y la frecuencia hicieron que se convirtiese en una auténtica pesadilla.
Otro de los aspectos negativos, pero que es también parte de la esencia del Bay Of Biscay es su ubicación. El acceso es difícil, por lo que pierde en comodidad en ese aspecto, pero lo gana en no ser un festival masificado y así poder disfrutar de todos los conciertos sin aglomeraciones.

En cuanto a lo musical, no diremos que fue lo peor, pero sí lo regular. Ángel Stanich no supo conectar con el público y es que el día tampoco acompañaba, aunque tuvo un momento épico cuando presentó a la banda y él mismo se presentó como Aitor Esteban. Esperábamos más del representante de Antigua y Barbuda.
Anita Parker, que tuvo la difícil tarea de cerrar la primera jornada, nos transportó a lo que cualquier fin de semana podemos ver en (casi) cualquier pueblo, y que nos resulta todavía poco indie.

The Mani-Las, que abrieron la segunda jornada, ofrecieron el peor de los tres conciertos que les hemos visto por el norte. La climatología y el horario no ayudaron, pero parecía la oportunidad idónea para enganchar más al público. Algo que nos llamó la atención fue la cantidad de foteros (sí, masculinos) que se reunieron en las primeras filas para inmortalizar a las manilas. ¿Coincidencia? (Creemos que no).

Otro de los cabezas de cartel que nos resultó pesado fue Rufus Wainwright. Un piano de cola y una acústica parecía poco para un festival, sobre todo, con la climatología que teníamos y que necesitábamos algo más. Sólo las versiones parecieron animar a un público más avanzado en edad.
El resto

Las sorpresas del festival fueron Mon Laferte, con sus ritmos latinos que consiguieron animar, y Caravan Palace, con el electro-swing que fue como una montaña rusa con un buen inicio, un intermedio “cansino” y un final correcto. De Backyard Babies esperábamos más.

En cuanto a los grupos locales, Dekot se encargó de abrir un festival que nos dio la bienvenida con una intensa “chaparrada”. Además de repasar temas de su primer LP, ofrecieron cortes en inglés. James Room vivieron la cara más dura con al aguacero (sí, otra vez) que limpió de cobardes las primeras filas. Su “Storm” fue premonitorio. Para Lemy River ya empezaban a salir escamas y tuvimos que abortar (prometemos que volveremos).

Valoración
Bay Of Biscay volvió a ofrecer conciertos de calidad con una comodidad que se agradece, pese a la climatología y el “obligado” cambio de ubicación. Las críticas en cuanto a su viabilidad seguirán, pero mientras esos se quedan en casa o prefieren los festivales masificados y perfectos para el “post-Instagram”, nosotros seguiremos apoyando estas propuestas que permiten traer artistas de primer nivel y disfrutar de ellos con cercanía.
¡Nos vemos en el Bay Of Biscay 2020!



Texto: David Pereda
Fotos: Dave Blanco
Totalmente de acuerdo. Buena síntesis. Es de añadir que el personal de seguridad se portò genial con nosotros. Volveremos el año que viene. Lo único, ese puerto tan jodido y con lluvia más, mirad a ver si lo quitáis para otro año!!?