DeWolff – Kutxa Beltza | Bilbao
Los domingos, los nuevos sábados
Le hemos cogido el gustillo a esto de alargar la jornada musical hasta los domingos, y éste último nos acercamos a la sala superior del Kafe Antzokia para otra dosis de música en directo con DeWolff. En un horario más temprano de lo habitual para esta clase de eventos, y con un Bilbao casi desértico (poca o casi ninguna actividad ni movimiento por sus calles), llegamos a la cita sobre las 19:20h y a primera vista, el ambiente previo en los aledaños era cuanto menos, desolador.
De viaje por los setenta
Ya dentro de la sala la cosa cambió considerablemente. Ya había como media entrada a falta de 10 minutos para comenzar el concierto. Todavía se alargaría la espera otros diez minutos más hasta que el trío de Países Bajos saliera. La joven banda llegaba para presentar su último disco “Thrust” y descargar todo su blues, rock y psicodelia.
Pablo saludó al público con un escueto “Eskerrik asko” y acto seguido se puso manos a la obra con su guitarra y sus pedales para “Big Talk”, el single de presentación de su reciente disco. Tema pegadizo que sonó muy bien ya de primeras. El órgano y toda la parafernalia “old school” que acompaña a Robin Piso, es parte importante y fundamental para ese sonido tan característico de DeWolff, que en ocasiones nos recordaba a unos primeros The Black Keys, bebiendo del sonido de los 70’s. Hubieron dos cortes más como “Tombstone Child” y “Tragedy? Not Today” hasta que dejaron de lado ese “Thrust” y retomaron cancionero del pasado. “Sugar Moon” se extendió más en el minutaje gracias a las ganas de Pablo por jugar con su guitarra un rato dentro de las canciones y salir de lo establecido en el estudio. También quiso meter al público en la canción pidiendo que le ayudaran con los coros de “Oh Oh Ohhh” que, según el optimista Pablo, sonaron como si fueran cientos (ahí pecó de optimista). Con un sonido más acorde en lo que la banda anda metida ahora sonó “Medicine”, con también algo más de pegada.
Los minutos de gloria
La algo más de tres cuartos de entrada de la sala superior del Antzoki (más conocida como Antziki pero de nombre oficial Kutxa Beltza), se hizo notar en el calor que emanaba, en lo que suponemos, el power trío que estaba sobre el escenario estaba teniendo mucho que ver. No fue hasta después de “Black Cat Woman” cuando el cercano Pablo presentó a la banda para acto seguido interpretar “Double Crossing Man” en lo que fue un retorno al disco que venían a presentar y con la que volvió a interactuar con el público de nuevo pidiendo que cantaran parte del estribillo, y con Robin levantándose mientras tocaba el órgano. Como en “Restless Man” donde de nuevo el puente interno se alargó para que guitarra y órganos tuvieran sendos momentos de extensión, mientras el resto acompañaba en segundo plano. Ver interpretar con esa pasión y potencia a Robin sus teclados es hipnótico y embriagador.
Pocas fueron las veces que Pablo se despegaba de su micro y pedales, en el lado derecho del escenario, pero en alguna ocasión cantaba en otro micro colocado en el centro del escenario. En “Satilla No.3” fue una de esas pocas ocasiones, un blues cantado a medias con su “Hermanito” (así le llama cariñosamente) Luka a la batería, quien tendría también su momento de protagonismo pleno en “Deceit And Woo”, otras de las bombas de “Thrust”. Pero antes hubo tiempo para la relajación con “Tired Of Loving You”. Tema largo de corte más blues, que contiene en medio de la canción otro juego de guitarra de Pablo que no se cansó de rasgar las cuerdas para ir dándole más cuerpo al tema y volviéndolo a dejar en un corte tenue.
El resumen perfecto
Momento de descanso para el bis, que se hizo de rogar y que fue corto en cuanto número de temas. Tan sólo una canción más tenían preparada DeWolff. “Love Dimension”, en la que a modo de resumen, introdujeron prácticamente todos y cada uno de los recursos que habían usado hasta entonces en su actuación. Solos de sus componentes, coros del público, blues, rock y psicodélia con Pablo usando su Talk Box. Diez minutos de bis en una sola canción para culminar una tarde de rock setentero con mucho de ese espíritu sobre las tablas.
Texto y fotos: Dave Blanco