MAZ Basauri 2018: Chico y Chica / La Casa Azul
¿Y si a todo esto le añadimos Daft Punk?
Maz Basauri 2018 continúa su despliegue de conciertos y el viernes 4 llegó el turno de los bilbaínos Chico y Chica y La Casa Azul, el proyecto musical comandado por el polifacético productor barcelonés Guille Milkyway. Esta jornada no contó con actividades paralelas para niñxs pero para contrarrestar, la taquilla de la velada del viernes conquistó el sold out varios días antes de los conciertos y allí nos plantamos con ganas de saborear tan sugerente espectáculo.
Como todos los años, el patio de butacas del Social Antzokia se convierte en una pista de baile y la noche del viernes ardió entre saltos, exaltaciones románticas y coros de todo tipo. La sala en principio gozaba de bastante espacio libre pero a medida que el show avanzaba, se iba notando el calor humano.
Chico y Chica

Media hora y tres minutos después de que se abrieran las puertas del teatro, se apagaron las luces y dos individuos aparecieron en el escenario con caretas de cartón y gomillas. Esto les daba un aspecto inquietante que empezaron a mezclar con una buena verborrea cómica escénica hipnótica e indie pop electrónico. El dúo publicó su último disco «Un, dos, tres, orgasmo» en 2017 y el viernes lo mezclaron con muchos otros hits. Arrancaron con uno de sus platos fuertes: la prosa, y a modo de juglares en el siglo XXI empezaron a enganchar al público que todavía privaba fuera de la sala. Verles fantasear con su propio concierto nos hizo estrechar el vínculo con la pareja. Chica preguntó aquello de ¿Habéis traído algo de Madonna? y pulsaron el interruptor del público que empezó a gritar y entrar en calor.

Escuchamos “No me preguntes la hora” y pasaron al fantástico tema que su propia discográfica define como «medio bolero medio tecno, con una letra fuerte» “Un, dos, tres, orgasmo” y el escenario echaba humo. Y no nos referimos al humo artificial del espectáculo que en nuestra opinión, podía haberse dosificado más ya que las siluetas a veces desaparecían con tanto ruido visual. En el escenario Chico y Chica trabajan con dos sintetizadores con Mac y coros de los que se encarga Jose Luis Rebollo y la voz candente de Alicia San Juan que sentía cada una de las notas y al mismo tiempo se mofaba de todo lo que decía. El espectáculo de este dúo se acerca intuitivamente a una performance musical al estilo Las Bistecs o Ladilla Rusa aliñadas con mucho humor y elegancia que no se libraron de algunos fallos técnicos pero en general muy salvables. Sonó “Fin del mundo” del álbum Notario y el público ya estaba exaltado cuando le metieron a las coreografías tecnócratas y ritmos hard tecno para presentar “Bomba Latina”. La diversión reinaba en la sala y al grupo se les notaba muy cómodos en el escenario. Se encumbraron con “Tu lo que tienes que hacer” y a las 22:50 se terminó el bolo.
La Casa Azul
Después del cigarrito de descanso, el público que se encontraba en la puerta del Social Antzokia empezó a correr en avalancha hacia la sala, el dulce postre de la noche estaba a punto de salir del horno. Nos dio la sensación de que el aforo había crecido y a las 23:10, las pantallas que amurallaban el set de los de Milkyway empezaron a emitir ráfagas de luz. El espectáculo había comenzado. Cinco androides antropomorfos ataviados con sus habituales auriculares a modo de cascos blancos extragrandes y gafas de sol “cubrecaras” nos hicieron sentir la esencia de Daft Punk y esta no nos abandonó en todo el concierto.

El despliegue de instrumentos y recursos técnicos de este espectáculo es brutal. El productor, Dj, compositor y polifacético barcelonés comenzó cargando un keytar que disfrazaba aún mas futurista la trama y el que tuviera casi toda la cara cubierta no impidió tanto a hombres como a mujeres gritarle lo bueno que está y a lo que él respondió haciéndose el interesante. Pero hablemos de música. LCA tienen anunciada la publicación de su nuevo disco La nueva esfera pero no así la fecha de salida del mismo, no obstante, en el concierto fueron desgranando varios de los temas incluidos en el. Escuchamos “Podría ser peor”, el primer adelanto del nuevo disco y fueron intercalando otros temas como “Brilla y el sol” y otros músicos como Adán y Eloy que se encargaron de ejecutar unos vientos (trombón y trompeta) muy acertados y singulares para este tipo de espectáculo.
Después de la subida adrenalítica inicial, los chicos se quitaron las gafas y otra oleada de amor se abalanzó sobre Milkyway. La intimidad reinó en la sala para que el músico tocara solo al piano “Yo también” en el que el público tuvo mucho que cantar. Fue curioso como los y las fans pedían silencio para disfrutar de los detalles de este tema y al final dejaron solo al barcelonés y en la sala reinó el silencio sepulcral. Seguía la fiesta y llegó el turno de los grandes temazos “Superguay” y “No más myolastán” a los que acompañaron genial los vientos con coreografía. Es recalcable el buen hacer de todos los componentes del grupo aunque la sala no tenga la mejor acústica y en algunos momentos se distorsionara la voz principal. Sonaron “Qué se siente al ser tan joven” y recorrieron temas de sus cuatro álbumes de estudio junto a varios regalitos novedosos del próximo álbum. La pasión brotó del público cuando Guille bajó hacia nosotrxs y tras el grito de una fan exaltada, el artista volvió a subir al escenario sin reaccionar.

Lo que estábamos escuchando el viernes en el teatro basauritarra es la maduración de un trabajo musical y personal muy marcado. Él mismo compartió con el público sus reflexiones para dar paso a “La fiesta universal” y “Colisión inminente (red lights, red lights)” donde se montó la fiesta madre. El público pasó de adrenalítico a proactivo y corearon todo lo que les pusieron por delante. Mención especial a la participación de la audiencia en “Una cosa o dos” y sobre todo al buen gusto del catalán al componer el último tema publicado oficialmente de La gran esfera “El momento”, al que la propia productora Elefants Records posiciona reventando «el synthwave y lo acerca al future disco». Milkyway fue presentando a todo el stuff jactándose de lo malo que era haciendo eso mismo. La presentación del gran Paco Tamarit fue tan emotiva que el guitarrista no pudo contener la vergüenza y se puso muy colorado. Guillem Barceló brilló a la batería, le dio a los temas un soplo más intenso y acústico.

En “Esta noche solo cantan para mi” el contenido visual de las pantallas resultó bastante emotivo con la proyección de cada una de las cantantes que se nombran en la canción. Antes del bis anunciado, cerraron con el que descubrieron que será el último tema homónimo del nuevo disco La gran esfera. Se marcharon y volvieron para la prorroga. Pensamos que nos quedaríamos sin escucharla pero en el último arranque disfrutamos entre otras de “Revolución Sexual” y un cierre de solo al piano con “Como un fan”. El concierto terminó después de dos horas largas y brutales de autentico positivismo encapsulado en melodías que viajaban entre el pop electrónico más happy y una música disco impecable con aires funk, mezclado con intensos acústicos de piano y Daft Punk.
Texto: Pepa Ferreiro